La obra se
trata de exploraciones plásticas en las
que se evidencian reflexiones personales como la sin salida, la ingravidez o la
figura del Doppelgänger, las cuales dejan entrever la necesidad de mirar hacia sí mismos
como reflejo de sociedad y de mundo, mediante el cuerpo, y especialmente el
retrato figurativo, además de la poesía (Borges, Cortázar, Dostoievski).
Existen
múltiples distracciones en la actualidad en donde la figura del yo, aparece
borrosa: la televisión, los juegos de video. En este sentido resulta difícil
encontrar momentos a solas y hay una constante huida de nosotros mismos,
confrontarse a solas aunque sea solo por
un momento genera incertidumbre… Aparece entonces el silencio y la poesía
escrita y visual, convertidos en encuentros en la lentitud de nuestro ser consciente.
Ésta
propuesta que ha de centrarse en el yo no ha sido tratada desde un punto de vista individualista,
sino más bien como totalidad, un ser único y a la vez múltiple que puede ser conocido
a través de cualquiera de sus partes . Es decir, la referencia al autorretrato como
un espejo donde se contiene al espectador mismo, y en donde la pintura termina hace
alusión a la poesía.
Este trabajo
resulta pertinente ya que hace referencia a una problemática que hace parte de
un mundo globalizado en el que el sujeto se siente huérfano, pues es resultado
de tantas distracciones ambientales vive en conflicto debido a los diversos discursos acerca de la
identidad, especialmente e un contexto latinoamericano,
donde resulta difícil determinar las raíces, y donde ha existido la violencia desde
hace tanto tiempo.
La variedad
de discursos religiosos, políticos, ambientales, crean ansiedad y obligan al
individuo a hacer parte de algo, lo que al final lo hace sentir aun más solo.
Al final
aquello que perdura y que se queda resistente ante tanto bombardeo es la forma
frágil, la que parece no existir, y que es tan tenue, casi invisible, la
sensibilidad.